En Madrid, reciclar tiene premio.

Madrid es ,sin ninguna duda, una de las capitales europeas más avanzada en muchos aspectos como la integración, la cultura, la gastronomía, etc; que hacen de nuestra ciudad un lugar único donde llevar un estilo de vida propio e inconfundible. De igual forma, hay muchos  otros aspectos en los que Madrid tiene que mejorar como ciudad, nada ni nadie es perfecto, siendo uno de ellos lo que al reciclaje se refiere. En una metrópoli de las dimensiones de Madrid se producen al día cientos de toneladas de residuos, unos residuos que en más de una ocasión terminan en lugares inadecuados donde no se les puede procesar de la forma correcta. Uno de los ejemplos mejor conocido por todos nosotros es el plástico, un material presente en la mayoría de envases que utilizamos en nuestros día a día, y que en muchas ocasiones acaba en lugares tan insospechados como el estómago de una ballena. Es nuestra obligación llevar a cabo una reducción drástica del consumo de materiales plásticos empezando por una reutilización a todos los niveles que sea posible (acudir siempre con la misma bolsa a comprar, dejar de consumir alimentos envasados en múltiples bandejas para pasarse a alimentos más frescos que se corten en el momento no introducir cada verdura/fruta en una bolsa separada cuando se va a pesar, etc), y continuando cuando la reutilización ya no sea posible por un reciclaje efectivo y eficiente. Para este segundo aspecto es a lo que va destinada esta propuesta, una propuesta que ya no es nueva en muchos lugares de Europa como Suecia (dónde estoy estudiando mi Erasmus), Alemania o Holanda. En estos países ya estan instaladas desde hace varios años una serie de máquinas, normalmente a la entrada de los supermercados, donde los ciudadanos pueden acudir a depositar sus botellas de plástico y latas de refrescos, a cambio de una remuneración económica que varía según el material y el tamaño de la botella. Dicha remuneración previamente había sido cobrada al consumidor en el importe total que paga por la botella o lata en cuestión. De esta forma se consigue, hasta que la educación del reciclaje vaya calando más hondo en la sociedad, que la gente preste un mayor interes en el correcto reciclaje de nuestros envases cotidianos. En el caso de Madrid ya que se parte de cero, sería muy interesante incorporar algunos aspectos nuevos a este proyecto como por ejemplo extender el tipo de materiales que estas máquinas pueden recoger para incluir también a las botellas de vidirio, tetrabricks e incluso a las bandejas de plástico y poliespan en las que se envasan los alimentos. La máquina reconoce un código impreso en la etiqueta del envase y suministra al consumidor un remuneración económica para gastar, en el caso de los países europeos que he citado anteriormente, en el mismo establecimiento donde compró el envase. En Madrid se podría valorar también el que ese dinero procedente del reciclaje se pudiera utilizar en actividades de ocio como ir al cine, de cultura como visitar un museo, de deporte como acceder a un polideportivo o piscina municipal, o incluso el poder donar dicho importe a una ONG o asociación benéfica. 

Creo que de esta forma el ciudadano de a pie estaría mucho más involucrado en un asunto tan importante como este, además de sentirse útil y poder visualizar en una corta distancia que su acción tiene una consecuencia positiva directa. Al mismo tiempo, se conseguría una mejor separación de estos envases que la realizada hasta ahora en el contenedor amarillo, pudiendo así la empresa u organismo que se encarga de la recogida de estos envases llevar a cabo un reciclaje más eficiente de los mismos. De esta forma Madrid podría ser pionera en Europa en lo que a este aspecto se refiere, además de ver reducidos significativcamente la cantidad de envases desechados por sus ciudadadanos que acaban en lugares no adecuados.