Para un desarrollo integral de la movilidad ciclista, además de invertir en una completa red ciclista segura, en aparcamientos y servicios de bicicleta pública, etc. es preciso adaptar la planificación urbana a las peculiaridades de la bicicleta.
Ni la trama urbana ni la ordenación del tráfico deben ser un obstáculo para desarrollar todo el potencial de la bicicleta. Se debe evitar el excesivo rodeo, los desniveles acusados, el estrés y peligro del tráfico motorizado, las zonas contaminadas o las de poco resguardo ante los rigores climáticos, porque son causas que desincentivan andar a pie o en bicicleta. Por el contrario, espacios protegidos del tráfico o sin tráfico de motor, condiciones orográficas favorables, trazados directos, resguardados o zonas verdes y de poca contaminación, lo favorecen.
Por tanto, para crear desplazamientos ciclistas eficientes y que la promoción de la bicicleta sea óptima, habrá calles en que las bicicletas harán uso del doble sentido de circulación (tal y como contempla la ordenanza de movilidad), frente al sentido único de los coches, giros exclusivos para bicicletas, optimización del tráfico de bicis a través del ajuste de las fases semafóricas o su sustitución por cedas el paso exclusivos, zonas de prioridad peatonal pero permeables a la bicicleta: pasarelas, plazas o calles peatonalizadas, calles cortadas excepto para peatones y bicis, una pacificación real del tráfico motorizado, etc. Para una mejor interpretación e información a la población, todas estas funcionalidades, que ya están reconocidas en la normativa, deben reflejarse en una adecuada señalización.
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