Ofrecer espacios degradados, públicos y privados, del barrio como superficie para que grafitteros los transformen en arte. Otras ciudades han revitalizado así con éxito barrios como el nuestro.
Otras ciudades de todo el mundo han conseguido con estas propuestas convertir barrios antes periféricos y degradados en museos al aire libre de un arte que encaja muy bien con el espíritu del Puente de Vallecas: un arte comprometido, popular, sin edad, sin fronteras, que atrae a los jóvenes, con espíritu crítico, con calidad artística... Convertiría el barrio en un símbolo y atraería gente de fuera del barrio para conocerlo y así dinamizarlo, darlo a conocer y quitarle cierto estigma que aun perdura sobre este barrio, que no deja de ser el centro de Madrid.
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