Quitar el asfalto de Lavapiés y volver a poner los adoquines

El Ayuntamiento de Madrid ha sorprendido a los vecinos en los últimos meses asfaltando la mayoría de las calles del barrio, incluidas algunas de las más emblemáticas. Han retirado el adoquinado con el argumento de su más dificultosa conservación. Se mejora la circulación de los coches, sí, pero se ha empeorado notablemente la vida de quienes pasean por esas calles, a menudo estrechas y ahora con peatones confinados en las aceras. El entorno se ha vuelto menos amigable, menos vecinal, y muchas calles se han convertido en autopistas por las que los coches circulan a mucha más velocidad que antes, con el consiguiente peligro para niños, mayores o mascotas, aumentando la inseguridad.

Los vecinos queremos volver a tener calles con adoquines, como históricamente ha sido, y bien puestos: si en otras muchísimas ciudades del mundo los tienen y no hay baches, ¿por qué Madrid es la excepción? ¿Acaso no se hacen controles de carga a las innumerables furgonetas que acaban estropeando la calzada por llevar más peso del que deberían? 

El adoquinado, además de filtrar mejor la lluvia, guarda mucho menos el calor que el asfalto. Está más que comprobado que el asfalto, a diferencia de la piedra, contribuye a aumentar la temperatura en verano y al fenómeno de las islas de calor, que provoca noches tropicales e impide una correcta ventilación de la atmósfera en el interior de las ciudades.

Y, sobre todo, el adoquinado hace comunidad. Convierte las calles en espacios más transitables para los peatones, pensadas para ellos, y no para los coches.

Por todo ello, proponemos recuperar el histórico adoquinado (el de verdad, no un asfalto dibujado), conservarlo adecuadamente igual que en cualquier ciudad de Europa, y, ya de paso, poner algún árbol más que en verano nos dé sombra (calles enteras no tienen ni uno... la de la Cabeza, por ejemplo).