La circulación y otra forma de verla

Narrándolo de forma objetiva y general, hace sesenta años en Madrid las viviendas eran en régimen de arrendadas, con alquileres congelados, se vivía cerca de donde se trabajaba, muchas empresas la proporcionaban a sus asalariados, las mujeres no trabajaban fuera de casa y hacían la compra en establecimiento del mismo barrio.

Por estas circunstancias, generalmente se iba andando al trabajo y, como mucho, en uno de los escasos transportes públicos entonces existente, y, por costumbre, los esparcimientos domingueros y demás días festivos se hacían andando.

Los críos jugaban en la calle, había personas que sacaban la silla a la calle en las anochecidas veraniegas, la ciudad era pequeña, estando limitada por pueblos, asentamientos ilegales, arrabales, huertas y despoblados, pero no hacía falta ir lejos para andar entre tierras, que por doquier había solares por los que se hacían caminos de atajo.

Desde entonces, libremente y sin pensar en después, hemos ido entre todos marcando diferencias con estas formas y ahora nos encontramos con resultados no apetecidos: contaminación atmosférica, saturación de vehículos a motor, cantidades inmensas en gastos de combustibles (beneficiando a sus productores y a los recaudadores de impuestos), una gran suma de horas perdidas en ir y venir, falta de espacio en calles….

También, las empresas que antes dotaban de vivienda a sus empleados se las han vendido y, como otras, se han desplazando lejos, con el consiguiente problema que crean a sus trabajadores.

Nos hemos expandido uniéndonos a pueblos y arrabales, desapareciendo huertas y campos de alrededor, al tiempo que llenábamos los solares internos, creciendo, apilados, hacia lo alto.

Lentamente, pero de forma efectiva, los espacios abiertos para el paseo y esparcimiento en forma de bulevares, sean el de Reina Victoria, o el de Paseo Ronda, e incluso lo que conocemos como Paseo de la  Castellana, Recoletos o Arturo Soria, los hemos llenado de coches, igual que otras vías que se crearon de ensanche, como la calle Atocha, la Gran Vía, etc.  

Las consecuencias ya las sabemos todos y no hace falta relatarlas.

Así pues, o nos lo tomamos en serio y reconsideramos nuestra forma de vivir, trabajar y desplazarnos, o seguimos igual… mejor dicho: caminando cada día a peor.