Limpieza y colillas en las calles

Lo público debería de ser sagrado, porque es de todos, la calle es pública, no se debe ensuciar de ningún modo. El perro es propiedad privada, que invade y ensucia la calle. El perro solo es de una persona, o de varias, en el caso de una familia. La calle es de 6.543.031 personas, si no ha muerto o nacido alguien, que desequilibre el censo.

Lo que no pueden hacer los dueños de perros es socializar la porquería, como hacen los bancos cuando tienen que rescatarse, que se socializan las pérdidas, y se privatizan las ganancias. La mierda de perro es propiedad privada que el dueño hace pública, cuando caga el perro ahí, en medio de la calle, que es de todos, y si no la recoge. Al igual que hay ceniceros para los fumadores, hay basuras donde echar la mierda, aunque el reguero de suciedad que deja una cagada mal vigilada no se la lleva el aire, como sí pasa con el humo del cigarrillo. Las consecuencias de socializar las perdidas de orina de los perros suelen ser más duraderas, y el daño que producen es colectivo, pero el perro que no me lo quiten, que es mío y lo quiero mucho. Al igual que hay ceniceros hay papeleras para dejar las heces, a ser posible limpiando el reguero de mierda en el asfalto. La mierda huele también, lo mismo que el humo, pero el humo y su olor se evaporan, la mierda y la orina se quedan ahí.