Hoy he pasado junto a las obras de los jardines del Arquitecto Ribera y he comprobado cómo, aun estando a escasos metros del Museo de Historia de Madrid, se están equipando con farolas básicas y funcionales, sin que se haya tenido en cuenta el espacio en que se ubican, singular y situado en pleno casco histórico. No hay más que visitar el museo contiguo para ver el catálogo de farolas clásicas de Madrid y que podrían haberse elegido en su lugar.
Dicho esto, desde aquí le invito a la gente a mirar y al Ayuntamiento a que establezca una comisión independiente de paisajistas que informen sobre este y otros proyectos importantes que pueden tener un calado en la estética de nuestra ciudad. Un equivalente a lo que debería haber sido la inoperante Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, que tenga voz y voto en las reformas de espacios urbanos como la Plaza España o la misma plaza Barceló.
La funcionalidad no es antes que la estética de nuestra ciudad, ni todo vale a la hora de equipar un lugar público.
Me temo que la idea no es mimar a Madrid ni a los madrileños. Más bien convertinos en un parque temático de botellón y turismo de mochila, o "low-cost", en inglés, como les gusta a muchos, para que los turistas lo entiendan bien.
Inicia sesión para comentar