Fue y es Olga Ramos un verdadero icono del llamado madrileñismo. Extremeña de nacimiento, violinista de carrera, cantante por vocación, cupletista por amor al arte (en la expresión de amante, no de amateur) se dedicó en cuerpo y alma a cantar el cuplé con verismo, a actuar como una gran actriz que era en sus "pequeñas representaciones" de apenas unos minutos. Dedicó su profesión y profesionalidad a ensalzar a Madrid de manera fina, elegante pero sin restarle un ápice de "casticismo".Olga amaba la música, el cuplé y sobre todo a su Enrique al que para hacerle aún más chulapo y castizo, le rebautizó como :"El Cipri", en clara alusión al chotis :¡ Ay, Cipriano!, curiosamente compuesto por el más madrileño de los asturianos, el maestro Abades. Y como buena "madrileña" inculcó a su única hija, Olga María el amor por la capital de España y de paso le regaló el amor por el cuplé, del que es clara defensora, rescatadora, investigadora e intéprete. Este año cumpliría 100 años y sigue sonando en cada verbena, reunión madrileña o evento castizo. Creo, que es justo se le recuerde y homenajee no sólo por aquellos que lo hacemos día a día, sino por todos aquellos madrileños que aman lo suyo. Mil gracias. Mar Buelga
Maribel Blanco del Pozo · 30 de marzo 2018
Todo Madrid le debería hacer una merecido homenaje a Doña Olga Ramos, en su centenarios.
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