Espero que no sólo me moleste a mí, porque los grafiteros tienen el barrio Guindalera y sus adyacencias que parecen la puerta del retrete de un baño público. No son siquiera grafitis artísticos. Sólo firman todo cuanto consiguen, cual si son perros orinando árboles. El Colegio Guindalera pintó su fachada de nuevo apenas en verano. No había pasado un mes cuando ya estos miserables habían rayado todo. Hay uno en particular llamado Kema14 que hasta tiene cuenta en Instagram. Santamarías, postes de luz, cubos de basura, paredes, paradas de autobús, aceras, cristalerías, parques infantiles. Nada se salva. Cuánto le cuesta esto a la ciudad y sus ciudadanos en reparar los daños constantemente? Es muy simple, cuantificar cada firma de estos cabrones en el barrio, cuantificar el coste de dar pintura nueva a todo, y embargarle el salario y las cuentas a los gamberros estos para cubrirlo. Y si no tienen nada, pues enjuiciarles por destrucción de propiedad pública.
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